Buenos Aires recupera un monumento emblemático

Floralis Genérica 1

La Floralis Genérica mide más de 20 metros, pesa 24 toneladas y se abre y se cierra con la luz solar. Una sudestada la dañó poco después de su inauguración, en 2002. Vuelve a funcionar luego de un largo y complejo trabajo de reparación.

 

 

Mide más de 20 metros, pesa 24 toneladas y fue la primera escultura móvil de la Ciudad montada sobre un sistema hidráulico y de células fotoeléctricas. Volvió a funcionar en todo su esplendor, tras un largo y complejo trabajo de reparación que tomó más de seis meses: la Floralis Genérica, uno de los monumentos emblemáticos de Buenos Aires, vuelve a lucir con todo su esplendor en la Plaza Naciones Unidas, sobre la Avenida Figueroa Alcorta

Los trabajos de reparación comenzaron en septiembre del año pasado, con el aporte de empresas privadas y el asesoramiento técnico de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

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Incluyeron varias tareas:

  • Arreglo del pistón subterráneo, lo que permite que los pétalos se abran y alcancen un diámetro de 32 metros.
  • Apuntalamiento preventivo de uno de los seis pétalos. Cada uno de ellos pesa 4.000 kilos y tiene 23 metros de altura.
  • Arreglo de los motores de la fuente que rodea la escultura.
  • Control y arreglo de los sensores de viento (anemómetros) que hacen que los pétalos se cierren cuando hay mucho viento, ya que si permanecen abiertos se quiebran ante la resistencia que oponen. Y lo mismo ocurre con la lluvia: si los pétalos no se cierran, el peso del agua los va dañando.
  • Refuerzo de las estructuras que componen los pétalos con placas de aluminio y soldaduras, para que puedan soportar fuertes tormentas.

Adicionalmente a los sensores propios de la escultura, su operación y sala de máquinas estará conectado a la Red de Sensores Hidrometeorológicos y el Sistema de Alertas Tempranas de la Ciudad de Buenos Aires, controlados por la Dirección General de Red Pluvial.

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Ahora, además del control automático del monumento, se podrá operar el cierre preventivamente en caso de un evento climático extraordinario.

“Nos enorgullece haber formado parte del equipo que restauró, puso en valor e hizo volver a funcionar la Flor. Hoy día este monumento es un ícono por el que se reconoce a la Ciudad en el mundo entero, equiparable al Obelisco y por eso es bueno que esté en todo su esplendor” sostuvo el Ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, Edgardo Cenzón.

“A medida que avanzamos en los arreglos encontramos problemas nuevos. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que dos pétalos se tocaban recién cuando llevamos el pistón a un 85% de su funcionamiento. Nuestro objetivo es que la flor no se vuelva a romper» explicó el subsecretario de Mantenimiento del Espacio Público porteño, Rodrigo Silvosa.

Historia y características

La Floralis Genérica es una escultura que mide 20 metros. Fue fecha en acero inoxidable, aluminio de uso aeronáutico y hormigón. Es obra del arquitecto argentino Eduardo Catalano, quien se la donó a la Ciudad de Buenos Aires en el año 2002.

El mecanismo original hace que la flor se abra y se cierre siguiendo la radicación solar, en un proceso que toma más de 20 minutos y que convierte al monumento en un espectáculo cotidiano público de la Ciudad.

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El monumento pesa 24 toneladas y tributa a todas las flores; motivo por el que su autor decidió ponerle el nombre en latín, ya que esa es la lengua que usa la botánica para la denominación de las distintas especies.

Fue la primera escultura móvil montada sobre un sistema hidráulico y de células fotoeléctricas.

Una fuerte sudestada

La Floralis Genérica funcionó brevemente, luego de su inauguración en 2002, hasta que el mecanismo se rompió debido a que uno de los pétalos fue vencido por los vientos de una fuerte sudestada, lo que provocó la descompensación de toda la estructura.

Desde entonces, los intentos de reparación fueron infructuosos debido a que la empresa que la había construido se fue del país sin dejar los planos. El diseñador y donante de la monumental escultura, el arquitecto Eduardo Catalano, falleció, por lo que tampoco fue posible acceder a la información de respaldo que tenía en su poder.

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A lo largo de los años, hubo numerosos intentos de reparación, pero debido a la falta de información sobre el funcionamiento del complejo mecanismo de la Flor, los costos de la obra y las dificultades técnicas de los trabajos, no se lograron concretar los arreglos.

 

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FUENTE: GOBIERNMO DE LA  CIUDAD DE BUENOS AIRES

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