Caminatas con maullos por el bosque de araucarias

Caminatas con maullos por el bosque de araucarias

Actividades invernales en el Lago Moquehue (por Alejandra Maza)*

A fines de mayo, en nuestro Moquehue el paisaje se olvida del rojo, para transformarse en un delicado monocromo.

Días de nieve en polvo, nueva, suspendida sobre las ramas, el silencio del bosque…

Días de nieve helada, crujiendo a nuestro paso y sus mil destellos bajo el sol, mil diamantes bajo el sol. El bosque de umbría, alto, de delgadas araucarias, parece más salvaje aún.

La nieve, fría y seca transforma todo en silencio.

Primitivo. Salvaje.

Esa es la impresión de quienes caminan por primera vez sobre la nieve de los bosques que rodean nuestro lago Moquehue.

Es difícil asociar la belleza al frío. Pero una vez iniciado el camino, la belleza gana.

Caminatas con maullos por el bosque de araucarias

Los antiguos habitantes de los pehuenales, los pewence (pewuen- araucaria, ce -gente), eran cazadores y recolectores, y al igual que otras etnias que viven en las áreas polares o donde la nieve cubre las montañas un periodo importante del año, utilizaban raquetas armadas con lo que podía encontrarse en ese medio ambiente.

Los maullos que se usaban para recorrer los pehuenales eran hechos, al igual que hoy, con marcos de caña colihue y cuero trenzado, lo que les permitía caminar sobre la nieve fresca del pewenmapu sin hundirse.

Nos ponemos las polainas, y ajustamos los maullos. Estas raquetas de cuero trenzado y caña colihue, fueron y son usadas por los criollos en estos pagos para campear los animales, quien hizo las que usamos, me explicó sobre las cañas que son más adecuadas, sobre el cuidado de estas , y varias cosas que solo vivir los inviernos en este lugar permite conocer.

Dos marcas redondas en la nieve marcan el inicio. Atrás quedan las cabañas y humo de sus chimeneas.

Los bastones nos ayudan llevando un 10% del peso del cuerpo. Una vez iniciada la huella es fácil caminar por ella. Ingresamos al bosque, Caminar en el bosque sin hojas, donde los cielos cian nos regalan 30 mts. más de luz que ya no queda en el dosel, sino ilumina toda la ladera, algo imposible durante el resto del año.

O los días nublados, con su luz difusa que acentúa los detalles en las ramas y salientes de piedra de nuestros cerros. Los cristales encontraron ángulos donde quedarse antes de llegar al suelo.

Nada quiebra el penetrante silencio, las risas y conversaciones quedaron en el valle. Solo se escuchan los pasos, la respiración agitada que se congela sobre la ropa.

Cada tanto, alguien se detiene a escuchar que nada se escucha más que nuestros pasos, y los clicks de las cámaras. Las fotografías del bosque más alto, registran fuertes líneas verticales, las rectas araucarias de umbría, altas y delgadas, cubiertas de usneas, líquenes que indican la pureza del aire. Líneas y más líneas.

Descansamos unos minutos, agua, unas almendras, risas y chocolate especiado humeando su aroma. Aprovechamos para reajustar las correas de nuestros maullos. Todos estamos listos y seguimos.

Un carpintero patagónico gigante, rompe el blanco con el rojo encendido de su cabeza. Y el silencio con su golpeteo. Apuntado automáticamente por todos los objetivos ansiosos de registrarlo. Él sigue inmutable en su tarea. Dos hembras en las lengas cercanas. Sonrisas en las caras, una pulsión que la belleza provoca. Son sonrisas únicas, casi imperceptibles a veces.

Son los momentos sutiles, muy breves y sin palabras, pero intensamente auténticos que disfrutamos los guías cuando sucede en el grupo: los ojos fijos, el tiempo ya no funciona como siempre, es aquí y ahora…. la conexión se produce.

No es voluntario, inevitablemente caen en el encanto. La biodiversidad asociada al genero nothofagus, representativa de la ecoregión del Bosque Andino Patagónico, continua funcionando mientras el bosque descansa. Y no concluye en las especies vegetales, usneas y protousneas , las 9 especies de misodendros de patagonia, y cytarias.

También los insectos y aves de esta ecoregión, entre otros los coleópteros que habitan las lengas de los bosques de Moquehue, y los que se ocupan de transformarla en materia orgánica. El B.A.P., un sistema que funciona.

Llegamos al filo…

Desde aquí el valle central, con ese curso de agua que nosotros llamamos Quillahue dividiendo en dos Moquehue, que con sus 211 habitantes que suman al 40% de la población mundial que habita en las cuencas altas y medias de las áreas de montaña de nuestro planeta.

Las araucarias de timberline contra el cielo cian, a 1700 msnm. nos recuerdan la resistencia de esta especie a episodios volcánicos, eventuales incendios, o como éstas, a las rigurosas condiciones por las precipitaciones níveas , el viento, la diferencia térmica e insolación. A esta altura los árboles ya no son modelos vegetales que funcionan, más arriba solo las hierbas y pequeños arbustos están debajo de la nieve.

Los pehuenes ya no crecen a más altitud, muchos están levemente curvados en su base hacia el valle por el peso de la nieve, al igual que las lengas que se encuentran 100 metros más abajo.

Es hora de comenzar a bajar. Comida y cerveza de montaña, esperan en el valle a nuestro regreso.

Un detalle en la radio de lo que esta cocinándose en el fuego mientras las conversaciones se animan, risas. Mientras bajamos, hay silencios sin darse cuenta… las imágenes de todo lo visto vuelven, el tiempo se detiene, sonrisas sin pensar aparecen. El bosque descansa.

Lo salvaje está esperando.

Agradecemos a María Alejandra Maza por habernos escrito este interesante relato

*María Alejandra Maza, Guía de Trekking
Teléfono: (02942) 552577
Skype: alejandra maza
E-mail: amuleikuref@gmail.com

 

FUENTE: NEUQUENTUR

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Portal DT, Portal de Turismo, Turismo en Argentina, Turismo Mundial, Viajes, Vacaciones, Noticias, Novedades, Placer

Otros Sitios

www.hockeynews.com.ar