Tu diario de viaje: la Ruta del Vino tucumana

Recorrer las rutas tucumanas muestra un vestigio de naturaleza intacta, de historia cultural, de herencia ancestral indígena y de legado colonial, español y jesuítico: una verdadera mixtura para disfrutar con todos los sentidos. Los Valles Calchaquíes, que conforman una zona vitivinícola por excelencia a través de la ruta nacional n°40 y la provincial n° 307, ofrecen 100 kilómetros de majestuosos paisajes y exquisitas producciones en base a la vid.

Es el clima frío en invierno, que se convierte en caluroso y seco en verano el que favorece a estas plantaciones. Por otro lado, la alta exposición al sol alrededor de 350 días al año, con mañanas soleadas y vientos permanentes de norte a sur, son los que propician el óptimo crecimiento de las uvas.

El vino tucumano, conocido por presentar una de las zonas de producción vitivinícola más altas del mundo, lo que influye en la denominación “vino de altura”, es de alta calidad, muy concentrado y con un buen aporte de alcohol.

Es imposible irse de Tucumán sin haber probado sus vinos que varían entre Torrontés, Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Syrah y Tannat, que crecen en sus suelos francos, permeables, limpios y profundos.

No hace falta más que agarrar un mapa y empezar a recorrer estos valles, bordeados por viñedos y bodegas tanto pequeñas y familiares como emprendimientos hoteleros que conjugan de excelente manera el turismo con la enología, conformando una ruta temática en franco desarrollo y con un potencial sin techo.

Desde Tafí del Valle hasta Tolombón, pasando por Los Zazos, Amaicha del Valle, Colalao del Valle y El Pichao, existen lugares por conocer para cualquier amante del vino que no quiera dejar de probar estos exquisitos varietales con sus cinco sentidos.

La Ruta del Vino tucumana te espera. Emprendamos el viaje juntos.

Bodega Comunitaria “Los Amaichas”

La gran fortaleza de Los Amaichas

Llegar a Amaicha del Valle es adentrarse en un mundo mágico en el que uno parece retroceder en el tiempo hacia épocas lejanas, en las que no hacía falta la industria ni la tecnología. El hogar de la Pachamama permanece en el pasado y así lo demuestran sus costumbres como la de sostener la figura del cacique más allá del paso del tiempo.

Una gran fortaleza de piedra que nos remonta a las antiguas construcciones se emplaza a 2.300 metros de altura en medio del paisaje solitario iluminado generosamente por Inti (el sol para la cultura de los pueblos originarios del lugar) en esta pequeña localidad que pocas veces al año recibe la lluvia. Imposible imaginar que esta obra magnífica que nos retrotrae al pasado pueda albergar a un proyecto agroindustrial con modernas maquinarias de producción vitivinícola en su interior.

La Bodega Comunitaria “Los Amaichas”, reconocida por ser la tercera bodega perteneciente a una comunidad originaria a nivel mundial, “es un emprendimiento colectivo de la comunidad indígena de Amaicha del Valle”, comienza el cacique Eduardo “Lalo” Nieva, también comisionado comunal, con su inconfundible sonrisa y buena predisposición. “Se trata de un proyecto único por sus características que conjugan la economía social y solidaria pura. Nuestro vino se llama Sumak Kawsay, el “buen vivir”, a partir del autodesarrollo en equilibrio con la Madre Tierra, no tan solo a nivel material sino fundamentalmente a nivel espiritual.”, explica el guía comunitario.

“Esta es una alternativa al otro mundo, al capitalista y destructivo. Es un granito de arena frente a un mundo totalmente globalizado”, continúa el cacique. Comenta que a partir de este proyecto se trabaja tanto la vitivinicultura, la artesanía, la recuperación de la soberanía alimentaria y el turismo comunitario: son los cuatro ejes que se asumen como un desafío para desarrollar el Sumak Kawsay.

“Es un sistema innovador en el mundo que ocurre dentro de una comunidad indígena, y hemos luchado y resistido mucho para que esto siga en pie. Se trata de una imbricación perfecta entre las reglas de la economía y las reglas comunitarias. En un mundo en el que el principal problema es la injusticia y la iniquidad, nosotros probamos que sí se puede crear un mundo más justo y equitativo para todos”, expresa Nieva.

Con una inversión de alrededor de $10 millones y a partir de una fuerte articulación entre el gobierno provincial y el nacional, en el año 2011 se dio inicio a la construcción de esta gran obra que hoy se emplaza y es coronada por una “wiphala”, la bandera de los Pueblos Originarios. Luego de cinco años de gran trabajo y esfuerzo, el 1º de agosto del 2016, día en que se celebra a la Pachamama, la bodega finalmente quedó inaugurada.

Es importante destacar que alrededor de 60 familias amaichenses viven en base a este emprendimiento comunitario. “Se benefician en forma directa porque no hay intermediarios en este proceso. Esta bodega crea fuentes de trabajo y dignifica a nuestra comunidad, mejorando su calidad de vida”.

“Aquí tenemos 52.812 hectáreas de propiedad comunitaria”, describe el cacique. “Cada comunero produce una pequeña parcela de una hectárea y luego viene aquí a dejar su uva. Un grupo de jóvenes lo reciben y pesan su producción. Estos jóvenes están dispuestos a aprender todo acerca del proceso de producción, la fermentación, el embotellado… A la vez, contamos con técnicos enólogos que controlan los horarios de este procedimiento para conservar las uvas, por lo que debimos reeducarnos para hacer este tipo de emprendimiento. Es un proceso de aprendizaje para todos”. El precio que tendrá cada producto es proclamado en una asamblea que impone un valor simbólico al vino, convirtiéndose en una reinversión para el propio productor.

Se trata de un vino de alta gama y “de altura”, lo que requiere de un procedimiento muy particular y muy cuidado. “Aquí se produce un 80% de  Malbec y un 20% de Criollo, un producto orgánico muy buscado por todos los que nos visitan actualmente”.

La gran fortaleza de “Los Amaichas” te espera con sus vinos exultantes de identidad en base a cepas que superan los 250 años en el Valle.

Albarossa

Albarossa, la pequeña Italia en los valles

Seguimos camino por la ruta nº40 y llegamos a una pequeña finca de familia italiana. Dicen que su nombre proviene de despertar temprano y ver las imponentes montañas fundidas en el cielo rojo del amanecer. Al menos esto nos comenta Giacomo Spaini, dueño del emprendimiento de enoturismo “Albarossa”, próximo a inaugurarse como hotel boutique en Fuerte Quemado.

El simpático italiano y su familia compuesta por su esposa Beatrice y su hijo Niccolò reciben a todos sus visitantes con ese calor peninsular mediterránelo que tanto los caracteriza. “Siempre tuvimos pasión por este lugar y por Argentina. En el año 2002 vine desde Italia y compré una motocicleta en Buenos Aires con el objetivo de recorrer todo el norte del país. Apenas llegamos aquí nos enamoramos del lugar”, recuerda el italiano, que arriba una vez por mes para pasar unos días en su finca. “Los Valles Calchaquíes son uno de los lugares más lindos que vimos en el mundo”, describe Niccolò. Conjuntamente tuvieron “la loca idea de establecerse aquí”, como afirman, cuando no había nada alrededor. Y precisamente eso fue lo que los encantó. “Lo que se aprecia aquí es esa sensación de amplitud, de girar 360º y ver solo territorio virgen. Es una sensación de libertad. Podría decirse que todo el emprendimiento que tenemos hoy estaba en nuestra cabeza desde el primer día”, rememoran.

La finca Albarossa comprende una bodega y un establecimiento hotelero boutique con nueve habitaciones y una gran piscina. Sin embargo, a pesar de la excelencia de la construcción y el amueblado, es imposible llegar y no dejarse sorprender también por el imponente paisaje que rodea a la casona color “borravino”.

La casa de dos pisos recibe a los turistas con un cálido living y al final, una gran mesa de madera y una parrilla son el espacio ideal para compartir un asado con la familia Spaini, que se caracteriza por ser plenamente hospitalaria con todos los que los visitan.

“Nuestra idea es que quienes vengan disfruten de un lugar tranquilo con total confort y pasen un fin de semana lejos del estrés de la ciudad”, describen. “Aquí hay una perfecta combinación entre producción de vino y relax. Ambos son excelentes. Ofrecemos vinos que gustan mucho como el Torrontés y el tinto, y brindamos un espacio en el que es posible tener un contacto total con la naturaleza. Creo que esto va a crecer y tiene mucho futuro”, piensa Niccolò. Explican que próximamente el establecimiento contará con un spa, lo que atraerá aún más a aquellos que busquen desconectarse de las obligaciones del día a día.

Tania Höy, enóloga de “Albarossa” nos comenta que allí se especializan en el vino blanco Torrontés y el tinto Malbec, un vino orgánico y natural. “Tenemos esa particularidad que nos dan los Valles Calchaquíes rodeados por montañas, interesante para producir el “vino de altura”. Los días soleados y las noches frescas con rocío ayudan a tener este estilo. Por otro lado, el clima desértico hace que los sabores y los aromas se concentren mucho mejor”. Sobre el emprendimiento comenta que se trata de “una combinación entre una estadía relajante y un vino que siempre acompaña un buen momento”.

Explica que el Torrontés Albarossa posee un aroma frutado con notas de melocotón y ananá, mientras que el Malbec Albarossa tiene un perfume sutilmente dulce con especias y notas de mermeladas y frutas rojas.

El vino que se produce allí se exporta hacia Europa, especialmente a Italia, donde el vino tucumano tuvo una muy buena respuesta. “Sobre todo el vino Torrontés, que se toma mucho allí”, comenta Giacomo.

“Albarossa”, que expone lo mejor de la hospitalidad y la producción vitivinícola de los Valles Calchaquíes, es un punto ineludible para todos aquellos que buscan la excelencia en hotelería y el poder asombrarse y enamorarse de la inmensidad y la amplitud del territorio virgen que rodea a este oasis. Aquí te esperan los Spaini, con un delicioso asado y una generosa copa de vino propio.

Chico Zossi

Chico Zossi, la bodega inaugural de los valles tucumanos

Siguiendo la ruta nº40 llegamos hasta la localidad de Colalao del Valle, que nos recibe de tarde cuando el sol empieza a querer ocultarse y el cielo se pinta de tres tonalidades diferentes. Una casita pequeña y confortante es el hogar de Francisco Baltazar Chico Zossi, la cuarta generación de esta familia que produce vinos en los Valles Calchaquíes.

Don Baltazar sale a recibirnos con los brazos abiertos y acompañado por su hija Lorena, quien lo ayuda en este emprendimiento vitivinícola. Los viñedos se extienden por todo el terreno en frente de la casita, lo que da una sensación de amplitud al territorio. Dentro, la casa es muy acogedora y Baltazar nos invita a conocer sus principales vinos. De momento, se encuentra promocionando un espumante que sacará al mercado próximamente, por lo que tenemos el gusto de poder probarlo antes.

A Don Baltazar los años no parecen pesarle, y comienza su narración: “Nuestra bodega es un emprendimiento familiar con bastantes años, de hecho somos la primera bodega de Tucumán. Desde 1900, mis abuelos se iniciaron con el cultivo de la vid y la elaboración de vinos y esto fue creciendo a través del tiempo con bastante éxito. Luego vinieron épocas difíciles como sucede en todos los casos que hay años buenos y años arduos, pero actualmente seguimos ampliando el negocio, en este caso apoyado por mis hijos. Somos la cuarta generación que continúa dedicándose a este emprendimiento”, subraya.

La mayor superficie del terreno está cubierta por viñas Torrontés, en segundo lugar viñas Malbec y por último el Cabernet. Baltazar comenta que la calidad es bastante buena y eso siempre se lo demuestran sus clientes. Sobre el proceso explica que “nuestra vendimia es en marzo. Luego, viene el momento de la molienda y dejando pasar treinta días llega el momento del prensado de la uva y la primera fermentación. Pasado el año de estacionado, el Torrontés ya debe ser puesto a la venta. En cambio, el Malbec puede ser conservado durante más tiempo antes de ser consumido.”

Dentro de la casita nos explica cada varietal: “El Torrontés seco posee aromas florales y atisbos de frutos tropicales. Por otro lado, el Torrontés dulce natural tiene un sabor fresco con perfume a miel y flores. El Malbec es rojo rubí y posee fragancias que remontan a mermeladas y frutos rojos cocidos, de un sabor muy intenso. Por último, el Cabernet tiene un intenso color rojo granate y es especiado con notas de pimiento verde y frutas negras”.

Cabe destacar que Chico Zossi también posee habitaciones sumamente cómodas y equipadas para pasar el día junto a una familia que solo sabe brindar hospitalidad. Un gran jardín y un quincho son los condimentos ideales para vivir una tarde de libertad y sosiego. Por otro lado, el lugar es propicio tanto para grandes como para chicos, ya que completan el lugar un tradicional juego  de “sapo”, un metegol, columpios y cuatriciclos.

Las horas parecen no pasar y las estrellas ya brillan en el cielo mientras brindamos con el famoso espumante que pronto saldrá a la venta. Don Baltazar y son hija nos despiden con una gran sonrisa. Definitivamente aquí se cumple el dicho: “la casa es chica, pero el corazón es grande”.

Un río de arena y vino tinto

En la localidad del El Bañado, llegando a Colalao del Valle y a 5 km de la Ciudad Sagrada de Los Quilmes, nos encontramos con una estancia rural en la que uno puede compartir junto con la naturaleza. “Río de Arena” es el nombre de la bodega y estancia de Roberto Carro, actual vicepresidente de la Cámara de Bodegas y Vinos del Tucumán.

El nombre del establecimiento proviene del Río Santa María, con el que la estancia limita al fondo, que a diferencia de los demás ríos de Sudamérica, corre zigzagueante de sur a norte enmarcado por majestuosos cerros en su cercanía. Dentro de este paisaje rural, las cabañas están construidas con materiales de la zona como el adobe, la piedra, la caña y los troncos.

Sobre su actividad vitivinícola, Roberto expresa que forma parte de “un grupo de productores tucumanos que creamos esta Cámara y nos asociamos para lograr el objetivo de posicionar al vino tucumano en el mercado. Actualmente tenemos 12 bodegas en funcionamiento con condiciones enológicas muy buenas.”, describe.

La gran pregunta en un principio era: ¿Por qué los tucumanos no podemos producir vinos finos? Es graciasa la creación de Vinos del Tucumán, una iniciativa entre el Ente Tucumán Turismo y el IDEP, que “hoy tenemos vinos importantes con mucho éxito en el mercado nacional y en el internacional”.

A la vez, entiende que es algo que debe seguir promocionándose porque muchos no saben del vino tucumano, de los alojamientos que se ofrecen y de los imponentes paisajes que se pueden ver. “Aquí también tenemos el segundo yacimiento arqueológico más importante después de Machu Picchu, las Ruinas de Quilmes”, observa Carro.

“Río de Arena” es el lugar ideal para disfrutar de caminatas por los viñedos, conocer acerca del criadero de llamas y deleitarse con noches de fogón y guitarreada bajo las estrellas.

Tu diario de viaje

La Ruta del Vino tucumana es, sin dudas, un lugar para venir a recorrer y disfrutar, que ofrece variedad y un sinfín de placeres. Por otro lado, debe rescatarse su enorme valor cultural: este producto brinda una posibilidad de empleo a cientos de personas del Valle Calchaquí que encuentran aquí una esperanza de vida y de progreso en su propio lugar de origen.

En el año en que la Organización Mundial del Turismo tiene como lema la Sustentabilidad para el Desarrollo, la Ruta del Vino se convierte en una excelente muestra de que es posible desarrollar el turismo en base a las riquezas naturales propias y a los recursos humanos, que en este caso involucran a los pueblos originarios.

Para saber más

Todos los sábados de la temporada de verano hasta el 11 de febrero inclusive, la Ruta del Vino te espera para que la recorras. Las salidas se realizan los sábados a las 9.00 desde la estación de servicio ubicada en la esquina de calle Juan Calchaquí y Avenida Perón, en Tafí del Valle.

La inscripción es personal y totalmente gratuita, recomendándose realizarla con 48 h de anticipación en la oficina de Turismo de Tafí del Valle, ubicada en calle Los Faroles. Por más información, contactarse al móvil 0381-594-1039.

Por último, para contactarse con la oficina de Desarrollo Turístico del Ente Tucumán Turismo: 0381-4334600 int. 115 y 116.

 

 

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FUENTE Y FOTOS: ENTE TUCUMÁN TURISMO

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