Un valioso trabajo para recuperar la Flor de la Ciudad

Floralis Genérica
Floralis Genérica

Murió Salvador Sorbello, el ingeniero que encabezó los trabajos de reparación de la escultura.

La Floralis Genérica volvió a funcionar hace pocos meses, y de esta forma Buenos Aires recuperó uno de sus monumentos más emblemáticos. Esto fue posible gracias al esfuerzo del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, que recibió el valioso aporte de un equipo de especialistas encabezados por el ingeniero Salvador Sorbello. Salvador murió ayer, pero le dejó a la Ciudad la posibilidad de disfrutar nuevamente de su fascinante flor.

La Floralis Genérica es una obra del arquitecto Eduardo Catalano, que se la donó a la Ciudad de Buenos Aires en el año 2002. Esta obra fue encargada por el propio Catalano a la empresa Lockheed Martin Aircrafts Argentina, para que la fabricara pensando que por su experiencia en aeronaves podría realizar una estructura liviana y resistente, capaz de soportar las condiciones climáticas más adversas.

Pero al poco tiempo, la flor empezó a fallar y más tarde la empresa Lockheed abandonó el país sin dejar los planos de la obra. La Subsecretaría de Mantenimiento del Espacio Público porteña decidió encarar su reparación a mediados del año pasado y para ello convocó al ingeniero Sorbello.

Rodrigo Silvosa, subsecretario de Mantenimiento del Espacio Público, recordó a Sorbello y se mostró muy agradecido por su intervención: «Salvador fue capaz de llevar adelante la reparación de la Flor sin planos ni mucha información, porque la empresa Lockheed no había dejado nada. Era un apasionado de su trabajo y nos ayudó a devolverle a la Ciudad uno de sus monumentos más emblemáticos”.

El ingeniero Sorbello era titular de la empresa Ingensor e ingeniero adjunto al rectorado de la Universidad Tecnológica Nacional. Además, daba clases en la Escuela Industrial Nº5 J.F. Kennedy, de Lanús. Estudió en la Universidad Nacional de La Plata, trabajó durante muchos años en el sector privado y es muy reconocido y querido entre sus colegas.

Su deseo, según él mismo lo expresó, era que la Flor permaneciera con vida y que sus movimientos mecánicos e hidráulicos se mantuvieran de manera permanente, como ocurre con otras obras de la Ciudad, como el Puente de la Mujer. Una vez que estuvo terminada la obra, Salvador se mostró feliz de que todos pudieran disfrutar de ella: “La Floralis es única y su cuidado es responsabilidad de todos. Es una obra que no solo visitan los argentinos, sino que también van a verla turistas de todo el mundo. Siento que todo el esfuerzo que hicimos para que volviera a funcionar, valió la pena”.

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FUENTE: GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

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